13 julio, 2018
El consumidor evoluciona, se adapta, aprende y crece. En la etapa actual existen múltiples categorizaciones que tratan de segmentarlo para poder determinar las estrategias de marketing y dirigir los nuevos productos al target deseado. Las tipologías creadas son muchas: desde el prosumidor, término acuñado por el escritor Alvin Toffler en su libro “La tercera ola” en 1980, hasta las generaciones Baby Boomer, la X, y la Z, pasando por los Millennials, los Healthy o los Green Consumers, existen infinidad de ellas y la cuestión parece no tener fin. Además de ello, en una sociedad hiperconectada, los consumidores están mucho más informados, son más críticos, quieren que las marcas tengan en cuenta sus opiniones, demandan soluciones a sus problemas y quieren que los productos que compran cubran sus necesidades. Por ello, el futuro de cualquier marca pasa por incorporar al consumidor en el centro del proceso de innovación de cualquier producto, desde la creación del concepto hasta el lanzamiento de este. El quid de la cuestión es pasar del “product focus” al “consumer focus”. La investigación de mercado para la innovación nos ha de servir para obtener información valiosa y relevante para que las decisiones finales sean efectivas y eficientes. Así, desde la visión consumer focus, la investigación de mercado ha de estar orientada al conocimiento profundo de las necesidades de los consumidores para que, a partir de ese conocimiento esencial se puedan conocer las palancas de crecimiento que se vislumbran, identificar tendencias del sector, y valorar las oportunidades que se abren, entre otros aspectos. El proceso de innovación desde el Consumer focus La forma de priorizar al consumidor en todo el proceso de innovación de un producto pasa por estructurar una estrategia en 5 pasos. En esta estrategia de innovación, todas las fases son imprescindibles. Desde este método de innovación, la primera fase consiste en realizar una identificación de las necesidades de los consumidores a través de estudios de mercado para la innovación. Conocer su conducta de compra, lo que piensa, lo que siente, lo que necesita, sus actitudes, sus preferencias, sus percepciones, etc., son insights, no ya necesarios en el punto de partida de la innovación de cualquier producto, sino indispensables para poder valorar de forma objetiva el nivel de respuesta a una necesidad de mercado. La segunda fase es fundamental, se trata de una etapa conceptual donde la cocreación de ideas entre los consumidores y los técnicos en desarrollo de producto y packaging, junto con la empresa y con el empleo de técnicas de Design Thinking, trabajamos para establecer las bases de lo que posteriormente vamos a producir. La tercera fase se centra en el propio desarrollo del producto, donde intervienen factores como el envase, etiquetado, legislación, tecnologías de producción, y todos aquellos componentes productivos, logísticos y estratégicos que intervienen en el desarrollo de un nuevo producto. La cuarta fase del proceso parte de la premisa de que ningún producto se debería considerar finalizado y lanzarse a los lineales hasta que no fuese testado por los consumidores finales. Es en
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